Oliver libre



Oliver era un niño que todo lo que había vivido lo hacía comportar diferente: el ambiente que tenía, sus padres, el orfanato lo hicieron de el lo que es.
Había tenido un padre y una madre, pero eran ladrones por lo que vivían todo el día escapando de la ley. Pero era una familia. Un día habían arrestado a los padres, y fueron sentenciados a la guillotina, pero esta parte el no la sabia. Por eso vivía con el sentimiento de algún día poder verlos.
Imaginen un niño que en el medio de una revolución, en el primer mundo, está absolutamente solo. Despertarse todas las mañanas por el olor a humo que empezaba a salir de las fábricas y el tren que tocaba la bocina para que los trabajadores empiecen su jornada laboral.
El orfanato se había hecho con él, y tal vez piensen que es mejor un orfanato donde podía comer y estar con niños de su misma edad, pero cuando el orfanato lo utiliza como moneda de cambio en las fábricas y, después de comer algo, que no sé si denominar comida, se va a limpiar las chimeneas... no sé, pero yo preferiría vivir en la calle, libre. Y esto exactamente era lo que había pensado él, y al cabo de unos meses, se escapó y volvió a su vida de vagabundo.
El orfanato lo perseguía y, también los policías, porque cuando el panadero iba a chantajear mujeres, él entraba corriendo a la panadería y le robaba un pedazo de pan, que significaba la comida del día para él.  Lo comía ferozmente en el la vereda, y la élite lo miraba con desprecio. Le gritaban y maldecían, ya que era normal el desprecio a los pobres, pero a el le importaba un comino. Pensaba más en su pan que en cualquier cosa en el mundo.
Un día, La peste bubónica llego. Además de despertarse con los mismas cosas de todos los días; empezó a ver policías llevando carretas con muertos. Se encontró un niño rico y le pregunto  había visto esto:
-Hola ¿viste esas carretas? -Dijo Oliver, bastante directo.
-Si, me dijo mi padre, que es gente que se durmió, entonces los policías los llevan a trabajar- Respondió el con seguridad.
-No te parece como si estuvieran muertos ¿ No escuchaste hablar de la peste?
-No ¿Cuando hubo una peste? Ademas, mi papi nunca me miente. Solo los pobres que no van al colegio piensan como vos.
Así se iba el niño dándole la espalda a el.
Al otro día, se despertó tosiendo y con dolor de cabeza, no podía aguantar tanto sufrimiento. No tenia comida hace días. Nada se veía bien. 
Se durmió en una noche fría y se despertó arropado en las manos calientes de su madre.





Comentarios

  1. Mejor, el final. Aunque todavía hay algunos errores de puntuación, tiempos verbales y acentuación, está mucho mejor...

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